El destino ha querido que en ese mismo circuito se volviesen a dar las circunstancias para que la carrera mejorara si cabe a la que pudimos disfrutar dos años antes. El domingo 22 de octubre de 2017 asistimos nuevamente a un espectáculo grandioso entre pilotos que se juegan el bigote a altísimas velocidades.
Mi afición y pasión por el motociclismo tiene su germen en Ángel Nieto, aquel hombre rebelde y entusiasta donde los hubiera, artífice en gran parte de que el mundial de velocidad, la afición y potencial español en el mismo sean lo que son hoy día. Un hombre que un desgraciado accidente se llevó por delante hace apenas dos meses y que quienes siempre seguimos echamos mucho de menos.
De hecho, durante la carrera de este domingo era difícil no pensar en el. Pero un detalle me hizo recordarle muy especialmente. Al menos en dos ocasiones Marc Márquez se giró para controlar al increíble grupo que con el cuchillo entre los dientes luchaba por hacerse con el triunfo en esta colosal carrera, algo que Ángel hacía en todas ellas, incluso como un acto de marcar territorio y mandar en cuanto a lo que se cocía en la pista y que el dominaba como nadie. En la actualidad estos gestos y sobre todo en motogp son muy poco habituales, pero es que Marc, como el mismo decía, se parece en muchas cosas demasiado a Ángel.
Cuanto me hubiese gustado que lo hubiera visto Ángel, para que vibrase como lo hicimos ese domingo todos los que amamos las motos. Como ya decían los Pink Floyd durante aquellos años gloriosos en los que tu girabas la cabeza para ver a tus rivales, ¡desearía que estuvieras aquí! wish you were here.
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